Fui el primero en criticarle cuando estaba sentado en el banquillo del CAI Zaragoza, pero no por eso quiero dejar de agradecerle su labor al frente del equipo tras el triste final de su enfermedad. Algunos lo llamarán hipocresía, yo prefiero denomimarlo respeto. Puede que su forma de dirigir no fuera de mi total devoción, pero fue capaz de callarme la boca con resultados una temporada tras otra.

En las siguientes temporadas, Abós logró no solo establecer con solidez al CAI en la élite del baloncesto nacional, sino que superaba lo que había hecho el año anterior. Cuando yo empecé a seguir al equipo maño, se encontraba en LEB, cayendo una y otra vez en los playoffs de ascenso. Y de repente el CAI se quedó tercero de la ACB hace dos años, jugando competición europea y dando cada vez un paso más cada vez que aparece en la Copa del Rey.
Pese a semejantes resultados, el técnico aragonés nunca me convenció a la hora de dirigir el equipo sobre la cancha. Sin embargo reconozco que su labor de vestuario fue impoluta y no he escuchado en cinco años a ningún jugador decir una palabra mala sobre él. Esto son solamente palabras de agradecimiento a una persona que cambió el rumbo del CAI Zaragoza, que seguramente llegan tarde. Pero por si acaso yo lo diré: Gracias José Luis.
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